El Río Maule
Al hablar de Constitución, debemos necesariamente referirnos al indómito río Maule; ancha vía fluvial que va desde los Andes, cruzando el fértil valle central y adentrándose luego entre los cerros de la cordillera de la costa, hasta a el majestuoso Océano Pacifico, al pie del cerro Mutrún.
En sus márgenes se asentaron los primeros habitantes que poblaron estas tierras, aborígenes hostiles y fieros defensores de sus tierras y río. Alonso de Ercilla los describe así en La Araucana: “Gente brava, soberbia, prospera y valiente, que bien los españoles la han probado.
Constituyó el Maule el límite de la invasión incaica, detenida por sus caudalosas aguas y la altiva raza que habitaba en la rivera sur de su cauce. El cronista Cieza de León en “El señorío de los Incas” deja constancia de que Tupac Inca Yupanqui detuvo allí el alud de sus victorias”. Por su parte el Inca Garcilaso señala que los “ Incas avanzaron hacia el sur conquistando pueblos y naciones que hay hasta el río Maulli, no contentos con haber extendido su imperio más de 200 leguas de camino, que hay entre Atacama y el río Maulli, quisieron seguir adelante, pasando el río con 20.000 hombres de guerra”. Luego habla de una gran batalla, que no describe, y continua: “ Y así habiendo consultado entre los capitanes, aunque hubo pareceres contrarios, que dijeron se siguiera la guerra hasta sujetar a los enemigos, al fin se resolvieron en volverse a lo que tenían ganado y señalar al río Maulli por término de su imperio y no pasar adelante en su conquista hasta tener nueva orden de su rey Yupanqui, quien les mando que no conquistaran más nuevas tierras, sino que atendieran con mucho cuidado el cultivo y beneficio que las que habían ganado”.
Bernabé Cobo, en la “Historia del Nuevo Mundo”, escribe que el río Maule fue la raya del imperio de los Incas, pues allí perdieron a su Capitán General y mucha gente y fueron rechazados en sus intentos de mantenerse en la otra rivera. Hacia 1870, las actividades del río, ya sean los fletes desde y hacia el interior o las faenas de carga y descarga de buques, daba trabajo a la mitad de la población de Constitución. Con la puesta en marcha del ferrocarril central, muchos de estos marinos de agua dulce, pasaron a ser tripulantes de alta mar en sus lanchas y faluchos.
Por su parte, los agricultores no estaban conformes con estos resultados y continuaban haciendo planes para mejorar el puerto de Constitución. Luis Sommers, importante exportador agrícola de Talca, publicó en el diario “La barra del Maule” una larga carta que le había enviado Rafael L. Orrego 1873, referente a las alternativas de costo del transporte agrícola. Según los cálculos de Orrego, el traslado por ferrocarril a Talcahuano de la carga del sector comprendido entre Lontué y Parral, sería más caro que si se hacía por el río hasta Constitución, por lo cual a su juicio, la ruta fluvial era la más conveniente.
Expone también que la mejora del puerto no sería cara si se construyera una daga para limpiar las arenas y ripios, como se hizo en algunos puertos ingleses de menor profundidad que el Maule. Rafael L. Orrego, días después, vuelve a proponer la construcción de canales para aumentar el caudal de los ríos tributarios del Maule, proyecto que propusieron los Astaburuaga en la década de 1840.
Pero lo más interesante del problema es lo que él plantea sobre la falta de voluntad y compromiso regional de la ciudad de Cauquenes con Constitución, porque a pesar de ser la capital de la Provincia “no ha querido ver nunca a este puerto como propio”, gasta dinero construyendo un camino a Curanipe (Puerto inferior a Constitución) y en ese año 1873 estudiaba la construcción de un ferrocarril que la uniera con Tomé. Sin duda, esa actitud negativa perjudicaba cualquier posible inversión de parte del estado, cosa que había sido todo lo contrario durante la primera mitad del siglo cuando los parlamentarios de la región obtuvieron la aprobación de varios proyectos para mejorar el río, el vapor remolcador y los caminos de acceso.
Se afirma que esta desorientación en lo que es oportuno para la zona, se debe a las diferencias políticas al interior de Constitución, pues antes de 1878, nunca hubo este tipo de discrepancia; y cuando se discute la conveniencia de hacer un ferrocarril de Talca a Constitución, los empresarios del Maule aplauden la medida aunque sí creen que esta línea destruirá por completo el tráfico fluvial, pero eso no sería del todo perjudicial si bajaban los fletes por ambos sistemas y, en ese caso, las cargas en cada vía serían distintas. Al respecto, A. De Cardemoy decía que los talquinos tenían una actitud positiva hacia Constitución, se sentían ligados a su destino: “Los talquinos cuentan para el futuro desarrollo del pueblo, con la construcción del ferrocarril, en parte concluido, que los reunirá con Constitución, donde se creará en el porvenir un puerto importante que contribuirá al desarrollo de la provincia.
Esta angustia de percibir que el río va a dejar de ser la arteria principal de comunicación con la costa, se traduce en una serie de solicitudes, permisos, proyectos y subvenciones para navegar el Maule en barcos a vapor con distintas técnicas modernas del impulso y arrastre. Muchos son los planes presentados en estos años y pocos los que se realizaron. En 1870, Marcial Recart, en ese entonces residente en Valparaíso, y Fernando Court, de Constitución, forman una sociedad para explotar la navegación a vapor en el río Maule. El proyecto consistía en poner un vapor que viajara desde Constitución a Perales y otro entre la confluencia del Maule con el Claro y la ciudad de Talca.
Para llevarlo a cabo solicitaron al gobierno una subvención de 5.000 pesos para cada tramo; el gobierno les aprobó el primero con un aporte de 6.000 pesos, exigiéndoles una embarcación de 20 a 30 toneladas que hiciera dos viajes semanales y cuya capacidad de carga fuera de 300 a 400 qq y sesenta pasajeros. Los socios construyeron un vapor en el astillero de Court y en marzo de 1871 dieron inicio al primer viaje. Después de una inexplicable demora de dos días en una playa de la ribera y de experimentar los efectos del terremoto del 25 de marzo de ese año, llegaron a Perales, donde los esperaban preocupados por si habían sufrido algún accidente por el temblor; la recepción de las autoridades y del público fue cálida, incluso por parte de los Guanayes a quienes les temían por su agresividad debido a que veían en este nuevo servicio una seria competencia para las lanchas fleteras.
Por su parte, desde 1869, Rafael L. Orrego, que tenía remolcadores en el río para atoar los veleros que iban a cargar a la isla, empezó a organizar la Compañía de Navegación a Vapor por el Maule y sus afluentes. La empresa decidió instalar vapores con ruedas y también usar cadenas sin fin para remontar las correntadas. El directorio mandó construir un vapor en los astilleros Lird Hermanos, de Liverpool, de un calado de 13 pulgadas con un motor de 20 (tal vez 200) caballos de fuerza y un poderoso donkey para ayudarse en las torrentadas por medio de espías; tenía capacidad para 40 pasajeros, sentados en sofás, bajo un gran toldo de madera que cubría toda la popa y otro de lona en la proa. En mayo de 1873, este vapor zarpó río arriba. En tres horas llegó a Quebrada Honda (28 kms), pero el viaje total demoró dos días y medio, mostrando un rendimiento inferior a lo estimado por sus dueños, pero se esperaba que mejorara su promedio en los otros viajes.