martes 15 septiembre, 2009
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Historias chispeantes de Fiestas Patrias

Historias chispeantes de Fiestas Patrias



La celebración de Chacabuco a copas rotas

Luego del triunfo del ejército libertador en Chacabuco y del nombramiento de Bernardo O’Higgins como director supremo, los soldados y sus familias decidieron realizar una gran fiesta patria (1817). La celebración se realizó en la casa de don Juan Enrique Rosales y fue registrada por su nieto Vicente Pérez Rosales en «Recuerdos del pasado». Los salones se improvisaron a tal punto que se usaron velas de buque como alfombra, las mujeres llevaban coronas de flores y los hombres sombreros con cintas de franjas azules y blancas. El himno nacional chileno aún no había nacido, así que la fiesta comenzó con la canción argentina. Luego, las hazañas de la guerra fueron relatadas por los mismos participantes, los llamados «padres de la patria». Pérez Rosales escribe: «San Martín, después de un lacónico pero enérgico y patriótico brindis, puesto en pie, rodeado de su estado mayor y en actitud de arrojar contra el suelo la copa en que acababa de beber, dirigiéndose al dueño de casa, dijo: «Solar, ¿es permitido?», y habiendo éste contestado que esa copa y cuanto había en la mesa estaba allí puesto para romperse, ya no se propuso un solo brindis sin que dejase arrojarse al suelo la copa… El suelo, pues, quedó como un campo de batalla lleno de despedazadas copas, vasos y botellas».

Prohibido gritar «Viva la patria»
En los primeros años de la República, las palabras «patria» y «Chile» estaban lejos de ser sinónimos. Vicente Pérez Rosales explica que el primer término era «el conjunto de principios democráticos que luchaban a cuerpo partido contra los absolutistas de la monarquía española». De esta forma, la palabra estaba comprometida con una lucha política y no identificaba a la nación. Tanto fue así, que en 1824 se prohibió su uso en las fiestas de la Independencia: «Vino a darse por decreto supremo a la voz patria su legítimo significado: se mandó que en adelante se dijese «¡Viva Chile!» en vez de «¡Viva la patria!» en los grandes días en que debían celebrarse, ya las glorias de reciente fecha, ya aquellas que conmemoraban las que nos dieron libertad», relata Pérez Rosales.

Un conde espantado por la cueca
Era Fiestas Patrias de 1923, y el conde alemán Hermann Keyserling fue invitado a conocer las celebraciones. Sin embargo, luego de ver los bailes de cueca en las fondas del Parque Cousiño, el noble quedó horrorizado: «Cuanto más violentamente es bailada, cuanto más feos son los bailarines y, sobre todo, más viejas y avellanadas y deformes las mujeres, más castizo se encuentra el estilo… Ninguna de las telas pintadas por Teniers o Brueghel se halla tan por entero bajo el signo de la fealdad estilizado como la realidad de esta fiesta», escribió luego de su visita.Hernán Millas, quien recoge este episodio en «Una loca historia de Chile», cuenta que el conde sólo se tranquilizó cuando supo que el baile únicamente se practicaba para las fiestas patrias. Con sus comentarios, deja registro de cómo hace más de ochenta años la festividad no era muy diferente a la de hoy: «El final es de un salvajismo tal que la policía tiene que intervenir, porque en su ebriedad los concurrentes transforman el lugar en un campo de batalla. A la noche siguiente ingresa a los hospitales una multitud increíble de heridos».

El verdadero Guatón Loyola
Cada 18 de septiembre, el verso «En el rodeo’e Los Andes, comadre Lola» se multiplica hasta hacerse presente en cada fonda. Así también, se reproducen las versiones acerca de quién realmente fue el Guatón Loyola. Eduardo Loyola Pérez era martillero público y efectivamente fue protagonista del episodio que dio pie a la popular cueca. Francisco Mouat investigó la historia y terminó con el misterio en su libro «Chilenos de raza». La misma hija de Loyola le muestra una entrevista en que su padre recuerda aquel día: «La noche del domingo estábamos en el casino del rodeo (de Parral) cuando tres tipos que llegaron de afuera con algunos tragos encima molestaron a las damas que atendían las mesas… al poco rato después yo estaba en el bar del casino cuando estos tipos también estaban ahí. Y comenzó el asunto». El Guatón Loyola recuerda que, después de la pelea que se desató, el Flaco Gálvez creó la cueca esa misma noche. «Yo volví al otro día… me pidieron que presentara a una de las candidatas a reina del rodeo. Lo hice, había mucha sonrisa en todas las caras… y comenzaron los gritos. ¡Que bailen una cueca!. Y bailamos. Y ahí me sorprendieron. Porque comenzó la cueca y salió la historia de la pelea de la noche anterior. La habían ensayado y todo. Después, el año 56 la grabaron Los Perlas y le cambiaron Parral por Los Andes. Dijeron que sonaba mejor.»

Autor/Fuente
Constanza Rojas V. El Mercurio - Jueves 18 Septiembre 2008.
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