Valdivia, el terremoto mas grande registrado
«Si bien es cierto que gran parte de la provincias chilenas fueron afectadas por la catástrofe, fue en Valdivia donde se soportó su mayor intensidad. Ha sido éste el mayor movimiento telúrico jamás registrado, y fue percibido en todo el Cono Sur americano.»
Valdivia es una ciudad situada al sur Chile donde tuvo tugar el mayor evento sísmico recordado por la humanidad, mas precisamente de 9,6 grados en la escala de Richter.
Esta escala asciende de manera exponencial, lo que cuando se sabe, hace parecer muchísimo mas impactante un terremoto de grado 7,3º que uno de 6,3º, exactamente 50 veces mas impresionante, y lo que es mas exagerado, el mismo terremoto de 7,3º libera 2500 veces mas energía que uno de 5,3º.
Si bien es cierto que gran parte de la provincias chilenas fueron afectadas por la catástrofe, fue en Valdivia donde se soportó su mayor intensidad. Ha sido éste el mayor movimiento telúrico jamás registrado, y fue percibido en todo el Cono Sur americano. En la región afectada por el terremoto murieron aproximadamente 4000 personas y otros 2 millones perdieron sus hogares. Como consecuencia del sismo, se originaron “Tsunami”s que arrasaron las costas de Japón (138 muertes y daños por U$S50 millones), Hawaii (61 muertes y U$S75 millones en infraestructura), y Filipinas (32 muertos y muchos desaparecidos). Incluso la Costa Oeste de Estados Unidos registró un ““Tsunami”” que provocó daños por más de U$S500.000.
21 de mayo de 1960.
Era un día sábado 21 de mayo, a las 6:02 A.M. (Hora de Chile), todavía en plena oscuridad.
Toda la zona de la península de Arauco fue sacudida por un sismo cuya magnitud fue 7.75 grados en la escala de Richter, que alcanzo una intensidad VII en la escala de mercali.
Este sismo tuvo 19 epicentros, algunos de ellos en el mar.
Los daños ocurridos fueron principalmente debidos al derrumbe de casas viejas de tabique o piedra y campanarios, que aplastaron a cientos de personas.
En Concepción, el Puente carretero sobre el Río Bío-Bío, de casi 2 Km. de largo, fue cortado en un gran trecho, impidiendo la comunicación con las ciudades costeras del Golfo de Arauco (Coronel, Lota, Schwager, Lasaquete, Arauco, entre otras).
Media hora después sobrevino un segundo movimiento, y todo aquello que había resistido en pie (Murallas viejas, Edificios dañados) terminó desplomándose.
Pero por suerte no hubo mas víctimas, ya que las personas se encontraban en lugares abiertos como plazas, parques y avenidas anchas, lo que pone en evidencia la importancia de contar con este tipo de lugares como zonas de refugio.
El primer día fue dramático, el Gobierno se vio obligado a enviar a un representante a solicitar ayuda a la comunidad internacional.
El corte en el tendido eléctrico hacía latente el peligro de incendios en cualquier momento, además, la rotura de tuberías de la red de agua potable que no era evidente a simple vista y de las muchas edificaciones que resistieron en pie a pesar de sus graves daños interiores, terminaron por caracterizar a este sismo como un terremoto hipócrita.
22 de mayo de 1960.
Eran las 14:55 P.M., se detecta un gran sismo, con probable epicentro en el mar y una duración de 10 minutos.
Mas tarde se comprendería que este verdadero cataclismo tuvo 37 epicentros que entraron en acción como una gran cadena. Estos se repartían de Norte a Sur en una extensión de 1.350 kilómetros, lo que constituyen unos 400.000 km2 .
Es por ello que en algunos lugares el sismo concluyó primero. En ciertas zonas, como las comprendidas entre Puerto Saavedra y Chiloé, los epicentros se encontraban en la región costera y en algunos puntos cordilleranos motivándose unos a otros, lo que explica la duración del fenómeno.
La magnitud máxima registrada fue de 9,5 grados en la escala de Richter, y constituye la mayor magnitud registrada de un terremoto en la historia sísmica mundial.
El fuerte movimiento abarcó 13 provincias desde Talca hasta Chiloé, incluyendo 11 Provincias afectadas por el terremoto del día anterior. La intensidad máxima alcanzada fue de XI en escala de mercali modificada en la Zona de Valdivia, pero revisando los desastres provocados en algunas zonas, bien se pudo haber asignado una intensidad de XII. Lo que sobrevino después fue indescriptible: Derrumbes, Ruinas, Incendios, Inundaciones, una lluvia copiosa y el Maremoto.
El cálculo final de muertos y desaparecidos nunca se ha sabido con precisión, ya que, por falta de registros, o falta de datos de zonas demasiado lejanas los informes de la época no coincidían en una cifra única.
En Valdivia, una vez pasada la primera impresión se pudo ver la magnitud de los daños.
Se podían apreciar las grietas en las calles, las casas en ruinas y el posible desborde de los ríos en la pre-cordillera, pero un daño que se creía pasajero termino por confirmar los rumores y especulaciones de los expertos.
Varios sectores de la ciudad y 10.000 hectáreas al sur de ella se encontraban inundadas, y desde el aire se puede ver, incluso hoy en día, las granjas y cercas que delimitaban zonas agrícolas y que hoy son parte de las aguas del mar que se internan hasta 100 Km hacia el interior.
Este fenómeno en un principio fue atribuido a un aumento del nivel de las aguas del mar, pero luego se explico la verdadera razón del anegamiento: el terreno de la región se hundió con respecto de su nivel anterior al terremoto, una franja de 20 a 30 Km de largo y 500 Km de ancho se hundieron de golpe, unos 2 metros.
La primera ola.
Llegó a su destino a las 15:25 hrs, media hora después de comenzado el terremoto.
En el muelle el agua había cubierto todo y mientras el grupo corría hacia las escalinatas para guarecerse en la parte alta, en cuestión de segundos, el agua había alcanzado casi 2 metros sobre el nivel del muelle, esta subida de agua era el primer golpe suave del Maremoto.
«Durante 5 minutos el agua se quedó quieta, 4 ó 5 metros arriba de su nivel normal. Había tres navíos en el puerto: el Santiago, el San Carlos y el Canelos. Los tres rompieron sus amarras; el Santiago, de 3.000 toneladas, cruzó por encima del rompeolas de concreto y los tres fueron arrastrados a la deriva. A las 16:10 hrs. el mar comenzó a retirarse a toda velocidad, con un ruido impresionante, como de succión metálica sobre una rugiente catarata. Como si fuese una nebulosa, un banco de arena que normalmente se encontraba a tres metros de profundidad, emergió del río. La gente gritó: «¡Estamos perdidos: un volcán!».
No se sabía qué pasaba, si el mar se retiraba o la tierra se levantaba…
La segunda ola llegó unos 20 minutos después, a las 16.20 hrs.
Con una altura de 8 metros y a la espantosa velocidad de 150 ó 200 Km. Por hora. A su estrépito formidable se mezclaban los gritos de las mujeres, ya que la mayoría de los hombres, desde la retirada de las aguas, había descendido para intentar salvar, en esa maldición de cataclismo caído sobre su miseria cotidiana, los objetos aún recuperables.
La ola como una mano gigantesca que arrugara una hoja de papel trituraba las casas una tras otra, en medio de un gigantesco crepitar de maderos rotos.
En 20 segundos apiñó al pie de la colina un montón de ochocientas casas aplastadas como cajas de fósforos. Al momento de comenzar el terremoto, algunos pescadores, arrastrando a sus mujeres y niños, saltaron a sus barcas y huyeron.
Desde lo alto del cerro se vio flotar a esas canoas sobre la ola «suave», después de ser arrastradas por el reflujo encolerizado, y finalmente tragadas en un instante, sin dejar huella, por la muralla líquida que avanzaba hacia tierra… El mar permaneció alto durante 10 ó 15 minutos. A continuación se retiró con el mismo ruido de succión monstruosa.
Una hora más tarde se vio aparecer a lo lejos la tercera ola.
«Era más alta que la precedente, 10 u 11 metros, pero la velocidad no parecía rebasar los 100 Km. por hora. Tras reventar contra el montón de madera acumulado por la segunda ola, el mar permaneció quieto poco más de un cuarto de hora, antes de retirarse, siempre con el mismo espantosos ruido metálico de succión… Los tres barcos habían sido arrastrados como si fueran fetos. El San Carlos se hundió casi de inmediato. El Santiago zozobró a los tres días en alta mar. El Canelos, primero a una media milla, lejos de Corral, tras la segunda retirada del mar; después, a 1.500 metros río arriba de la desembocadura, adonde la tercera ola lo transportó a una velocidad aterradora».