SANTIAGO 3000
Historias del Futuro.
El futuro puede ser cualquier cosa.
más de lo mismo
o algo en que nadie pensó.
SANTIAGO 3000 Santiago de Indoamérica en el año tres mil, una mole gigantesca, hecha de enormes edificios tubulares de protactinio, que se internan cientos de metros bajo la tierra y se elevan sobre la cota 1000 con cerca de 600 niveles de transito. En Santiago viven casi 4000 millones de personas, en su mayoría de la etnia Mapuche.
Luego que el año 2100 la etnia Huinca sufriera el colapso de sus estructuras de poder, debido a la putrefacción de la Sociedad del Narco mercado, las etnias indígenas, de pasado más sólido y aferradas a sus tradiciones de unidad racial, comenzaron su escalada al poder. Crecieron fuertemente apoyadas por grupos profesionales con altos estudios y sobre todo por un persistente aumento de la natalidad, basado en sus características genéticas sólidas y adaptables a las condiciones del territorio. Grandes conglomerados empresariales mapuches tomaron el control de la economía, apoyados por una situación similar de las otras etnias originarias continentales; Aimaráes, Tobas, Yanomanis, Chorotes, Shuar, Matacos, Aruacos, etc. La caída de la Sociedad del Narcomercado afectó a todo el planeta Huinca, que era en ese entonces dominante.
Santiago pasó a ser la capital del cono sur occidental de Indoamérica. La megaciudad se iniciaba en las estribaciones del Valle de Elqui, seguía ininterrumpidamente hasta la zona del antiguo Bío Bío, el Río sagrado. La capital Santiago de Indoamérica, cuya directa salida al mar se estructuró con el primer puerto subterráneo de penetración continental, con más de seiscientos kilómetros de corredores marinos excavados en la década del 2300, era la octava megaciudad de la Tierra. Los puertos estaban equipados con muelles gravitatorios de atención para miles de hidro naves de transporte, que atendían el comercio con las ciudades flotantes del Pacífico, el más grande conglomerado de población del planeta. Ciento catorce mil millones de humanos, básicamente chino-polinésicos habitaban, en megaciudades estado semiflotantes, en el más grande de los océanos terrícolas.
Los Chino polinesios dominaban la extracción de minerales desde los desolados planetas vecinos del sistema solar y mantenían un activo comercio con el continente Indoamericano, donde se producía la mayor cantidad mundial de alimentos naturales neutronizados.
El gobierno Mapuche tenía un sólo problema grave. Las reducciones de los supervivientes Huincas, estaban ocupando territorios donde se hacía necesario establecer ampliaciones de las plantas robotizadas de producción neutrónica. Los Huincas, amparados en sus tradiciones culturales y apoyados por pequeños grupos de intelectuales ecoreformistas Mapuches, se oponían a la radiación neutrónica de los territorios de las reducciones, alegando que eran el último reducto donde subsistían árboles naturales en toda la superficie de Indoamérica.
Veinte hectáreas de pinos radiata y cinco de eucaliptos repanda sobrevivieron al colapso de la capa de ozono del 2540 y eran consideradas sagradas por los Huincas, a pesar de la inutilidad declarada de la fotosíntesis vegetal para recuperar el oxígeno de la Tierra. Para ello las plantas de fusión planetaria eran más que suficientes.
Para el Estado Indoamericano los ecoreformistas eran básicamente jóvenes intelectuales de las clases acomodadas mapuches, que en una actitud más bien romántica e irresponsable con el desarrollo, habían fundado el Grupo de Acción por los Bosques de Pino, GABP. El GABP efectivamente no contaba en su base fundacional con Huinca alguno y realizaba manifestaciones y protestas con apoyo financiero de agencias de las colonias extraplanetarias. Los Huincas, la mayoría tímidos, esmirriados, rubios y de ojos azules, miraban a estos Mapuches, fornidos altos, bien alimentados y seguros de si mismos, que llegaban en sus antigrav todoterreno supuestamente a ayudarlos, con la misma mirada que históricamente se había desarrollado en su larga relación de dependencia. Durante más de quinientos años, luego de la pacificación del territorio Huinca, ocurrida el 2400, las personas de raza blanca se habían desempeñado en el servicio doméstico de los Mapuches y realizando las tareas nocturnas que los Mapuches desechaban en la Megacapital. Los Huincas de las reducciones eran sumisos, pero también ladinos. Que estos Mapuches vinieran a ofrecer ayuda les parecía de cierta utilidad directa, pero no entendían muy claramente eso de la neutronización de su territorio y algunos estaban conformes con las ofertas que les hacía la Compañía Solar de Alimentos Neutrónicos.
Así y todo, el Estado Cibernético Indoamericano opinaba, por medio de su Loncovocero, que los ecoreformistas no detendrían el desarrollo de la producción neutrónica y que, por sostener los ridículos pinos de una etnia degradada, no se iban a alterar los planes de crecimiento del desarrollo alimentario de las colonias planetarias.
La historia cuenta que los Huincas provendrían de una etnia que habitaba los territorios de la actualmente sumergida Europa y que, por la fuerza de la armas, habían logrado someter durante seiscientos años a la Etnia Mapuche. Según la historia, fue el afán de consumo y su propia narcocorrupción la que destruyó a la mayoría Huinca, esto permitió el resurgimiento de las etnias originales, restituyendo el territorio a sus primitivos ocupantes. El Estado Cibernético Indoamericano sostiene que, el destino de estas etnias en reducciones, es la desaparición o la integración al conglomerado Mapuche, donde evidentemente para lo último, el aspecto racial presentaría un grave problema. Muchos Huincas se cambian los apellidos originales por apellidos Mapuches, por ejemplo Yurasceck por Huenchulaf, o González por Huentenáo, incluso algunos llegan a teñirse el pelo negro y utilizar las vestimentas a la usanza Mapuche. Aun así, al estado Cibernético Indoamericano le parece posible establecer con los Huincas una colonia extractiva en Io, la luna de Júpiter, que en la actualidad aporta con la mayor cantidad de pseudo isótopos útiles a la producción neutrónica.
Los jefes de la etnia Huinca, llamados senadores desde remotos tiempos, sostienen que los Mapuches no pueden radiar neutrónicamente los cementerios sagrados de los blancos, sin faltar enormemente el respeto por las tradiciones de los pueblos, asunto establecido como un derecho de protección cultural en la Constitución Indoamericana en el 2760. En los cementerios sagrados de los Huincas ubicados en los bosques de pino estaban los restos incinerados de más de quince millones de Huincas muertos durante la pacificación.
Por su parte, grupos de ecoreformistas amenazan al gobierno Cibernético con amarrarse a los pinos y eucaliptos para evitar su radiación. Amenazan con amarrarse ellos, puesto que está claro que, si se amarran los Huincas, eso al Estado no le va a importar. Es más, el peso de la amenaza radica en que buena parte de los ecoreformistas son hijos de las clases acomodadas que mantienen cargos en el mismísimo Gobierno Cibernético. Así planteado el asunto, se ve difícil una solución en el corto plazo.
Algunos ecoreformistas sostienen que existiría una voluntad de revancha histórica en el Gobierno Cibernético, debido a una antigua querella respecto de la total destrucción del Río Sagrado, destrucción que los Huincas habrían hecho a principio del año 2000. Según registros encontrados en los archivos más antiguos del Museo del Ciberespacio; los Huincas dominantes habrían instalado siete gigantescas masas de hormigón deteniendo la corriente de agua, para producir energía eléctrica. Lo que la historia Mapuche no perdona a los Huincas, es el haber destruido de forma tan bárbara el Río Sagrado del Bio Bio, para obtener solamente cincuenta años de una energía que, precisamente el 2060, dejó de usarse por ineficiente y riesgosa para la vida humana. Se dejaron masas de hormigón que costó cerca de doscientos años sacar de allí y que fueron luego otros doscientos años necesarios para recuperar el Río Sagrado.
Sin embargo, el Río Sagrado corre hoy día por una gigantesca caverna de cristal que pasa por la frontera sur de Santiago de Indoamérica y sus aguas son principalmente el lugar de peregrinación para la Iglesia del Pehuén, una secta algo ambigua, surgida en el 2150, luego que fracasara el segundo advenimiento del Mesías Huinca, debido fundamentalmente a que su pueblo elegido, el Hebreo, había sido exterminado por una mortal epidemia de un virus transgénico inventado por los Huincas de origen árabe. Se cree que la actual Iglesia del Pehuén corresponde a un antiguo sincretismo Huinca-Mapuche, que hoy día está en franca decadencia.
Ante estos antecedentes, los ecoreformistas sostienen que un revanchismo histórico de esta características es absolutamente improcedente. No es posible tratar así a la minoría Huinca por sucesos acaecidos hace mil años. El gobierno cibernético Mapuche guarda a este respecto silencio.
Algunos ecoreformistas han construido comunidades ecoreformistas en el nivel 540, uno de los más caros y pintorescos de la megaciudad, lo que confirma su origen pudiente, estableciendo naves con antiguos cultivos hidroponicos y cocinando con antiquísimas cocinas a gas natural, el que producen biodigestando sus propios desechos. Utilizan tan sólo remedios alopáticos-químicos, en protesta por la medicina natural Mapuche vigente en la Megaciudad y comen solamente carne animal, producida a partir de ratones plutonianos que crían en jaulas especiales, hacen esto en reemplazo la comida vegetariana neutrónica que, según sostienen, entorpece los verdaderos desarrollos de la mente. Han establecido incluso colegios alternativos de moral neofascista para enviar allí a sus hijos y no al sistema ecodemocrático de la Megaciudad.
Sin embargo, al Estado Cibernético lo tiene sin cuidado esta situación y desecha normalmente la propuestas ecoreformistas respecto al problema Huinca, básicamente por la carencia que estas presentan de fundamentos sólidos y dialogables con la lógica Mapuche. Es sabido que incluso el hijo del Loncovocero frecuenta a las comunidades. Curiosamente los Huincas no viven en las comunidades de los ecoreformistas y las frecuentan sólo como parte del servicio doméstico. Ante estas flagrantes contradicciones, la opinión pública de la Megaciudad mira a los ecoreformistas con indisimulada sorna.
La próxima semana el Consejo Cibernético de la Megaciudad votará sobre tres proyectos alternativos para determinar el destino definitivo de la minoría Huinca.