Olor a Celulosa
Los emergentes balnearios de la V región terminaron por sepultar en la década de los sesenta a Constitución. «Recuerdo el cabildo abierto en que se acordó pedir al gobierno una planta de celulosa. En parte me siento responsable, pues aprobé la solicitud, aunque les advertí que no sería bueno construir cerca de la playa. Se cerraría definitivamente la puerta al turismo y se provocaría un grave daño ambiental. Pero me contestaron que aunque hubiera que levantar la planta de celulosa en la mismísima Plaza de Armas, lo harían igual», sentencia Patricio Aylwin, entonces parlamentario por la Séptima Circunscripción.
Constitución nunca volvió a ser la misma; hordas de forasteros llegaron en busca de trabajo en la nueva planta inaugurada por el otrora presidente (sic) Augusto Pinochet.
-Se instaló la celulosa y desaparecieron los turistas. Los hoteles fueron comprados por la empresa para demolerlos y construir viviendas para sus trabajadores. Perdimos la identidad -se lamenta el actual alcalde de la comuna, Roberto Urrutia.
El edil está embarcado en sacar a flote el balneario, que actualmente recibe unas veinticinco mil personas en los meses estivales. Está negociando con privados la instalación de un casino de juegos, que sería «la» gran atracción de la provincia.
Mientras esos planes se concretan, los mauchos siguen conviviendo a diario con el hedor de la madera procesada, alimentando la esperanza de volver a ver algún día repletos de visitantes sus sesenta kilómetros de playa y soñando con ser llamados nuevamente «La perla del sur».
