Los Cementerios Simbólicos
«Cuando desaparece en el mar algún ser querido, las familias agotan los medios de búsqueda del cuerpo y –luego– resignadas a esa falta «velan» al difunto, al que ponen en una mesa, representado por objetos o fotos y principalmente ropas. Tras el velorio, colocan esas representaciones en una urna y –en cortejo– marchan en impresionantes funerales al cementerio simbólico, donde se realiza el entierro. en adelante, se adorna la tumba y visita al difunto en los días prescritos por la tradición: de un modo preciso, está allí».
Berta Ziebrecht y Víctor Rojas Farías presentan en su libro -Cementerios Simbólicos. Tumbas Sin Difunto: Pescadores Artesanales De La Región Del Bío Bío (RIL Editores)- crónicas con datos contextuales, historia y teoría sobre lo que son los «Cementerios Simbólicos» y como llegaron a formarse desde 1650. También entregan historias de vida de aquellas madres de familia que perdieron a su conyúge mientras se dedicaban a la pesca y que tuvieron seguir su camino solas, y sin el consuelo de la final despedida del ser perdido, acompañando todo esto el vacío legal y los problemas que conlleva la no recuperación del cuerpo y los 6 meses que deben pasar para declararlo legalmente fallecido.