El Pipeño, el más chileno de todos los vinos
Si hablamos de la zona de influencia del Maule como en notas anteriores se ha hecho, es necesario y casi santo mencionar acerca del vino más chileno de todos, EL PIPEÑO.
Por más que las botellas se llenen de nombres y nomenclaturas que realzan tal o cual mosto, si quieres realmente sentir la influencia de Baco o Dionisio, debes probar este brebaje.
Debo comentar que en la ciudad de Constitución he probado unos de los mejores pipeño de mi corta pero fructífera vida alcóholica. Un Vino con fuerza y personalidad, levanta muertos según me comentó un colega en “las Chatas Morenas”, boliche vinero que se ubica a pocos pasos de la feria de “Conti”. Lo probé solito, con harina y en arreglado con frutillas o durazno en el “Padre Adán”, y si no es por el deber de conocer y reportear la vida de la ciudad lo hubiera seguido probando de otras singulares maneras.
Mientas en Santiago y otras ciudades el gusto por el vino mas fino es cada vez mayor, en las zonas rurales él todavía es el Rey.
El origen de este mosto proviene del tipo de uva llamado “uva País” una cepa que no aparece en las etiquetas de los vino en boga y por la cual ningún crítico se la jugaría por resaltar su aroma o su cuerpo.
A esta cepa la definen como “carne de perro”, que crece con poca agua y da vinos generosos en alcohol. Actualmente según datos que pude recolectar sobreviven unas 15 mil hectáreas entre el Maule y el bio-bio regentadas por unos 7 mil agricultores que subsisten sin poca fé frente a la acometida de las cepas llamadas finas.
Si bien a mediados del siglo pasado esta variedad fue pieza fundamental en la elaboración del vino de mesa que se servía a la sombra de los ya extintos parrones caseros, el más puro espíritu de esta uva es la elaboración del Pipeño, un vino más “salvaje”.
El proceso de elaboración es totalmente artesanal, con una gran cuota de improvisación y creatividad del hombre de campo. Se estrujan las uvas en moliendas muchas veces improvisadas junto con el hollejo y el escobajo, fermentando todo junto sin filtración. Luego se guarda en “pipas”, de ahí su nombre: PIPEÑO.
Es característico de este vino su burbujeo y color, que va del marrón oscuro al amarillo pálido, además su gusto muchas veces dulzón lleva a los mas incautos a no darse cuenta del ventarrón que se le vendrá encima más adelante, cuando el alcohol haga su trabajo.
Si bien es cierto que este brebaje se ha mantenido ya en el nivel de culto (en las picadas) y no es lo popular que fuera, representa el alma del campo y del ciudadano popular: “austeridad y fuerza”.
Salud.