lunes 1 septiembre, 2008
Etiquetas:

Crónicas de la Era Verde

Crónicas de la Era Verde


Han pasado casi mil años del final de la Era del Tecnomercado en el planeta Tierra, El calendario solar marca julio del 997 D.G. o después de González, Todo el planeta humano se prepara para la enorme celebración del milenio.
Cuando Jesús González, investigador del laboratorio de genética de la Universidad de Valparaíso, descubrió la forma de alterar el gen 276 de la segunda espiral del cromosoma «Y», no se imaginó el increíble resultado de su investigación. Sobretodo por que, no hallando mejor forma de demostrar su descubrimiento, reemplazó este gen, el de la pigmentación de la piel humana, por un gen vegetal que, asociado a la producción de clorofila, producía un indeleble color verde superficial en todo el cuerpo.

La importancia del descubrimiento de González fue trascendental para desarrollar una variedad de humano transgénico, capaz de sintetizar glucosa por fotosíntesis. La gran ventaja de este humano transgénico, es que puede sobrevivir tan sólo con energía solar y agua, más algunos minerales que debe absorber del agua misma o comiendo un poco de tierra rica en orgánicos.

El nacimiento de los primeros humanos transgénicos sucedió para el solsticio de verano en el sur del año 1999 de la Era Cristiana o el año  uno antes de González. Fue la revolución total. La Iglesia Católica, una poderosa entidad mística de aquella era, excomulgó a González, lo que le importó poco porque el era taoísta y la derecha política de aquel entonces se tiró en picada contra el descubrimiento, puesto que socavaba uno de los pilares de su poder, cual era el control absoluto sobre la producción alimentaria. El nuevo humano verde no necesitaba consumir más comida.

Durante veinte años nacieron cerca de cuarenta millones de nuevos seres humanos con clorofila, por deseo expreso de sus padres, en su mayoría pobres, pues con eso liberaban para siempre a sus hijos de la pesada carga de tener que trabajar para otros para comer, y más encima para comer mal. A los veinte años nació la segunda generación de humanos verdes, la primera natural y se confirmó el postulado que la mutación clorofilica era absolutamente dominante.

Pronto las masas de humanos verdes en muchos continentes se empezaron a alejar de las situaciones políticas y económicas contingentes de sus respectivos países, dado que ya no mantenían casi ningún arraigo a la vieja cultura de los humanos de colores. Es cierto que la cantidad de tonalidades de verde era tan variada como las tonalidades de base de los humanos originarios; había verde oscuro, verde Nilo, verde amarillo, etc. Los rasgos faciales se mantuvieron inalterados y las especies tuvieron que afrontar sólo tres cambios que también fueron fundamentales:

La total caída de todo pelo
La necesidad absoluta de andar desnudos.
Una necesidad vital de acceso a la luz solar.

El año 103 D.G. murió el último humano de color, un amarillo asiático, de SIDA, una enfermedad propia de los humanos no verdes, y toda la humanidad fue verde en todas sus graduaciones. Gran parte de la antigua tecnología de la era anterior quedó en el camino, más que nada por falta de interés y mucha de ella por falta de uso. Los humanos dejaron lentamente su apego a los bienes materiales y se preocuparon de acceder al agua, el sol y la tierra nutricia. La necesidad de uso del suelo para la agricultura pasó a ser necesidad de uso del suelo para simplemente estar. Aumentó notablemente la cantidad de espacio disponible y hubo grandes migraciones a las zonas intertropicales y los valles de altura en la búsqueda del sol.

La humanidad realizó un enorme y exitoso esfuerzo para recuperar naturalmente las extensas zonas usadas en la antigua agricultura, limpiando remanentes de agroquímicos peligrosisimos y mejorando la variedad biológica de los territorios en aras de la optimización de los ciclos naturales. Los grandes centros de estudio y desarrollo mantuvieron por un par de siglos su trabajo de investigación y desarrollo, apuntando más que nada a resolver problemas ambientales antiguos y aquellos derivados del completo giro que dio la humanidad en tan poco tiempo.

Uno de los grandes descubrimientos del segundo siglo D.G. fue la adaptación orgánica de la especie humana al consumo de agua salada; con ello, miles de millones de humanos verdes se volcaron a los océanos del planeta para establecer colonias flotantes ambulatorias que obtenían su sustento del sol, el agua y las sales disueltas. Estos humanos tomaron un curioso tono verde cochayuyo.

De entre los miles de cambios acaecidos en la humanidad debido al fenómeno verde, tal vez el más importante fue el de la enorme disponibilidad de tiempo social y personal que las sucesivas generaciones dispusieron. La primera oleada de humanos verdes desarrolló una elevada tendencia a la mística, que inició lo que entonces se llamó la religión Fitotao, cuya reverencia al sol y la naturaleza despertó el sentido de pertenencia del humano al todo planetario; pero más que nada, elevó los grados de comunicación empática grupal, estableciendo redes de pensamiento grupal interactivo; las PGI.

Hacia el año 300 el PGI hacía del total humano una gran red de pensamiento interconectado. 100 mil millones de cerebros podían conectarse como uno solo, con un potencial para el desarrollo de ideas y el uso kinético que permitió la estructuración de las agrupaciones humanas volantes, es decir las comunidades antigravitacionales, como las que existen en la actualidad, dedicadas exclusivamente a la fotosíntesis, el sexo lúdico y procreativo y el pensamiento abstracto personal o comunitario.

La carencia casi total de estrés, Aumentó la longevidad de los humanos casi en un modo vegetal, 360 años pasó a ser la media normal de vida, superando toda posibilidad de plagas y patologías virales. Las grandes reservas de espacio en los sectores subtropicales del planeta, empezaron a ser usadas por humanos de fotosíntesis más eficiente y gran tolerancia a las bajas temperaturas.

Hacia el año solar 760 D.G.,  la cantidad de almas humanas tocó el límite de Wong-Li, es decir; existían todos lo humanos que podían existir en ésta dimensión y los stocks de almas disponibles en la dimensión de origen se habían agotado.

La Comunidad Wong-Li fue el ente pensador abstracto que predijo la saturación de las almas, cincuenta años antes que el fenómeno sucediese. Esto planteó un límite al crecimiento de la especie humana en el número 573 mil millones. Nacen nuevos humanos sólo en el evento que humanos vivos en esta dimensión, pasen al siguiente espacio dimensional, liberando un alma que se reencarna inmediatamente. Esta es la razón por la cual la gestación es un evento tan celebrado en las comunidades actuales, tan sólo existiendo un alma disponible el espermatozoide es capaz de penetrar en el óvulo. Como la liberación del alma ocurre en un instante infinitesimal del tiempo actualizado, las parejas procreantes se esfuerzan por coincidir con él para poder fecundar. Por ello es que se da una actividad sexual tan entusiasta y permanente en todas las comunidades.

Ahora que se acerca el cumplimiento del milenio D.G., la Tierra es, varios cientos de metros más abajo de las comunidades humanas, un paraíso biológico sustentable. Al ocupar el nivel medio de 600 metros sobre el nivel del mar, la superficie usada por la especie humana subió con el cuadrado de dicha cantidad, por lo que existe un alto grado de dispersión de las comunidades, que se aventuran libremente por sobre y bajo la capa de nubes. Siempre en el límite de Wong-Li.

La sensación, con todos los humanos vivos, es de completitud total, hay Sol para todos.

Autor/Fuente
Pedro Serrano R. Concón 1997
separa_entrada