sábado 5 julio, 2008
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Áreas Verdes en peligro?

Áreas Verdes en peligro?

10 años del Programa de Parques Urbanos del Minvu: Un esfuerzo en peligro

En estado de pubertad deforme se encuentra nuestra ciudad en la incorporación del verde urbano,
debido a la miopía con que se ha manejado el tema. ¿En qué está el programa de parques urbanos del Minvu?

Una breve reseña histórica de las áreas verdes de Santiago ayuda a entender la actual situación.
En el siglo XIX, la higiene pública vela por la salud de la población, a partir del concepto de pulmón verde: aire,
luz, espacio, incorporando el verde dentro de la ciudad bajo la forma de Plazas y Parques con fuerte influencia de Haussmann y Olmsted, los creadores del Bois de Boulogne y Central Park en París y Nueva York, respectivamente. Así, reconociendo los propios estigmas y heridas del cuerpo urbano, eriales, vegas, basurales y canteras se transforman en nuestros primeros parques urbanos: Parque Cousiño, Parque Forestal, y Cerro Santa Lucía, consolidando el Paseo Público. Se añade en este minuto el aporte del conocimiento científico de un nuevo mundo, a partir de la taxonomía y las colecciones de Plantas en Quinta Normal, emulando las de Kew Garden en Londres, la Ciutadella en Barcelona, Jardin aux Plantes en París, Serres de Laeken en Bruselas, Bosque de Palermo, etc.

Bajo esta lógica de fragmentación, desaparece el suelo, la topografía y los elementos de la geografía como componentes clave en el diseño urbano. Un ejemplo de ello es la Villa Portales, y Poblaciones periféricas de Bloques 1020. Paralelo a esto y por otros factores, comienza un lento e inexorable proceso de deterioro y fragmentación de los grandes Parques públicos: el Parque O’Higgins y la Quinta Normal.

Frente a la fragmentación espacial, funcional y social, el renacer de una conciencia urbana viene dado entre otras cosas,
por el concepto de Espacio Público, que más allá del Área Verde, incorpora otras modalidades y requerimientos como la accesibilidad, equipamientos y un mix de usos, que permite garantizar una cierta calidad de «lo público», y niveles de cohesión social.

Asumir la idea de fragmentación urbana actual es el primer paso para comprender la ciudad como un mosaico, y así definir nuevas estrategias de intervención. A partir de la creciente movilidad, de nuevos programas y a falta de grandes paños de terreno y de mecenas que los financien, surgen otras modalidades de espacios de potencialidad pública.

Una secuencia de espacios públicos se conforma entonces por múltiples estratos que permiten dar mayor continuidad y potencialidad a la idea de sistema: Áreas Verdes, deportivas, de bordes geográficos, etcétera, dentro de este mosaico urbano. Un ejemplo de esto es el sistema de espacios públicos de Providencia.

La actual situación

Es meritoria la voluntad de la autoridad, de asumir y pensar una escala territorial, desde una proyección de largo plazo para las crecientes necesidades de esparcimiento, recreación y turismo de la aglomeración metropolitana de Santiago.

En este sentido, las decisiones parecen acertadas en la medida que prevén la creación y habilitación de un importante número de hectáreas como parques o reservas naturales alrededor del área Metropolitana, tales como la Reserva Natural de Altos de Cantillana, en el sector de Aculeo, la Reserva Natural de Río Olivares de 30.400 ha; y a las cuales se suman el proyecto Protege ya en curso sobre la gran Precordillera de Santiago, la habilitación de 300 ha del recientemente anunciado Parque Cerro Manquehue; el Sendero de Chile y Parque Mahuida en La Reina, el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca, la Reserva Forestal de Río Clarillo y el área Natural de Laguna de Batuco, entre otras.

Todas estas áreas de indudable atractivo se sitúan dentro de la periferia del Santiago Metropolitano, a no más de 100 kilómetros del centro.

El hecho de la construcción de los parques La Bandera, El Cortijo, Lo Varas, Santa Mónica, Violeta Parra, Mapocho Poniente, La Castrina, Mapuhue, Las Américas, De La Paz, Quebrada de Macul, André Jarlan, además de otros tantos en provincias, forjó una ilusión de cambio positivo e innovación en el ámbito del mejoramiento urbano para Santiago.

¿Alguien los conoce? Pero más allá de las obras, sentó un precedente importante, al introducir una visión inexistente – y mejorable- como política urbana, respaldado por una institucionalidad, recursos y gestión pública. Sin embargo, bajo el aspecto cuantitativo, este esfuerzo de 106 há realizadas en 10 años, arroja un promedio de poco más de 10 por año, cifra de inversión insostenible para las necesidades de un Santiago cada vez más denso y urbanizado.

Hay muchas tareas pendientes dentro de este programa. ¿Qué pasó con las etapas 2 y 3 del Parque Andre Jarlan de 30 ha. en Pedro Aguirre Cerda, las etapas restantes del Parque las Américas de Estación Central, la habilitación de las 37 hás. restantes del Parque Brasil en La Granja, las etapas restantes del Parque Quebrada de Macul, la cuarta etapa del Parque de Los Reyes en Quinta Normal, las etapas restantes del Parque Araucano de 30 ha en Las Condes, los Proyectos del Cerro Blanco, etcétera?
Ni el propio Estado, que debiera otorgar y orientar una visión y proyecto de ciudad en este tema, ha sido capaz de completar y consolidar lo comenzado con gran espíritu y fuerza por el ministro Etchegaray, asumiendo eficazmente una propuesta novedosa y realista de nivel comunal, hecha hace ya más de 10 años y después ampliada a provincias con escaso eco ciudadano.

Tarea de futuro

Las nuevas ideas de parques están ligadas en su mayoría a la reformulación de infraestructuras urbanas: cerca del 35 por ciento del área de Cerrillos está destinado a Parque, existe la idea de un «Corredor Verde » a partir del Anillo Central de recintos de FF.CC., el compromiso de construcción de 50 ha de «Áreas Verdes» de Costanera Norte y la iniciativa de habilitación de 150 ha del Parque Cultural deportivo recreativo de Antumapu, entre otras.

El destacado urbanista Alberto Varas, en una investigación realizada para la ciudad de Buenos Aires, sostiene que existen otros espacios fundamentales y característicos en la vida de la metrópolis, como son casi todos los espacios para la vida cívica y la recreación de los ciudadanos que han sido abandonados por la autoridad pública, porque no forman parte de lo que parecen ser capaces de hacer. Es en estos espacios donde con mayor asiduidad se funda la relación público privada. Claramente en estas iniciativas, afirma Varas, la actividad privada debe participar más activamente en la creación del espacio público, pero bajo ciertas premisas o condiciones de rentabilidad económica, aún a riesgo de propender hacia un espacio público espectáculo o fast food plaza.

Una posible estrategia

La incorporación del verde como valor ciudadano posee una legitimidad social ampliamente reconocida, y prueba de ello son las múltiples asociaciones locales e iniciativas de buenas prácticas urbanas, recientemente premiadas. Sin embargo, persiste una dicotomía entre el discurso de valor ciudadano y la práctica de espacios residuales. Se debe superar la práctica sectorial como espacio residual, para transformar al parque y espacio público en el elemento articulador y generador de plusvalías, económicas y urbanas.
No comprender esto, a partir de la práctica residual, lo único que consigue es consolidar una ciudad fragmentada.
Hay ejemplos de parques integrados en Providencia, en Córdoba, Argentina, y en Lyon, Francia.

Autor/Fuente
Francisco Schmidt A. Arquitecto Coordinador Área Urbana. Facultad de Arquitectura y Diseño. Universidad Andrés Bello. Asesor Programa Parques Urbanos del Minvu 1991 - 1993.
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