jueves 20 diciembre, 2012
Etiquetas: , ,

Palacio Concha Cazotte y el baile de siglo

En el año 1912 en día de Santa Teresa, la familia Concha Cazotte, una de las familias más acomodadas de ese momento en Chile,  y por iniciativa de la matriarca Teresa Cazotte ofreció un “baile de fantasía” para celebrar su onomástico, y así aglutinar en un evento social a lo más granado de la aristocracia y la burguesía económica del país.

La fiesta se llevó a cabo en el hogar de la familia. Un palacio de estilo oriental, que en ese momento era la más destacada y más opulenta de las construcciones de Santiago, convirtiéndose en el punto neurálgico de las actividades sociales de la época. Fue en dicho palacio durante las fiestas de conmemoración del centenario de la República donde se realizó la cena de agazajo a los mandatarios y delegaciones diplomáticas que habían venido a presentar sus saludos, entre ellas el presidente de Argentina José Figueroa Alcorta.

El Palacio

El palacio fue edificado por la iniciativa de José Díaz Gana, empresario minero quién adquirió las tierras en 1872 y ese mismo año comenzaron los primeros trabajos que terminaron tres años después, en 1875. Para su construcción Diaz Gana contrató al arquitecto Teodoro Burchard, e invirtió gran parte de su fortuna tanto en la edificación, como en la ornamentación del mismo. Se exportaron maderas exóticas para el artesonado de los cielos, los muros  y el dibujo del parqué, también muebles a medida de España, se encargó a la firma Bacarat la elaboración de diez arañas y veinte apliqués de cristal; tapices de seda para cada salón, que además contaban con lujosas chimeneas, dos de mármol y bronce, una de ónix, y otra con incrustaciones de nácar. Poseía el palacio una laguna artificial, rodeada de un parque con árboles traídos desde diferentes partes del mundo.

Debido a la crísis económica de 1876 y como resultado de malos negocios, Díaz Gana se vió en la premura de vender el palacio sin alcanzar siquiera a habitarlo. El comprador fue Enrique Concha y Toro, quién adquirió el inmueble como regalo de bodas para Teresa Cazotte (hija del primer embajador de Francia en Chile).

La familia Concha-Cazotte se encargó de dotarlo de mayor lujo aún, las escalinatas de la entrada se revistieron de mármol, se contruyeron 2 torreones para realzar su aspecto y que éste se pudiera divisar desde la Alameda. También adquirieron diversas obras de arte de famosos pintores de la época, Rubens, Alonso Cano, José Rivera, entre otros.

Antecedentes

A principios del sigloXX la élite social se encontraba en pleno apogeo, los beneficios que trajo el auge de la minería permitió que muchas familias se enriquecieran rápidamente y  como consecuencia se generó un cambio en los valores de dicha élite.

El paradigma francés comenzó a imperar en las costumbres de la alta sociedad, y todo lo que se usaba en Francia era moda en Chile, cómo hablar, qué comer, cómo vivir, cómo vestirse e incluso la manera de divertirse fue determinada por la influencia europea. Es así como el ocio pasó a ser parte fundamental del quehacer social.
Es dentro de éste contexto que se gesta éste evento. Teresa Cazotte se había convertido en el centro de la socialité santiaguina y su palacio era el centro neurálgico de éste  movimiento. El baile fue sólo un capricho de la dueña de casa, pero causó tal revuelo que movió a toda la clase alta para mostrar su jerarquía y posición dentro de sus pares. También éste baile permitió mezclar a la aristocracia tradicional con la burguesía económica, era el momento para generar contactos, conseguir trabajos e incluso encontrar el marido adecuado para la hija (especialmente para aquellas familias que habían despilfarrado su fortuna).

El disfraz era pieza fundamental, se encargaron a Paris, a casas de moda en Santiago o se buscaban en el ropero de la abuela, incluso muchos invitados llegaron con sus trajes arrugados para se pensara que dicha indumentaria había sido traída del extranjero tras un largo viaje.

La Fiesta

La Alameda se llenó de carruajes llevando a las familias hacia la fiesta, los invitados ingresaban por el pórtico de reja del recinto rodeando la enorme pileta hasta llegar a la entrada del palacio donde la anfitriona y sus hijos los esperaban. En el interior la música provenía del segundo piso donde una orquesta amenizaba las conversaciones que principlamente apuntaban a la aprobación o rechazo de los disfraces de sus contertulios.

El lujo y el ambiente exótico que creaban los disfraces se combinaba también con el exotismo del palacio en sí, acompañado de obras de arte y de la ornamentación exhuberante de los salones.

Luego del buffet se pasó a la cena, que se sirvió en el invernadero, recinto que se encontraba en el ala norte del edificio especialmente acondicionado para el evento. Los mosos vestidos de un impecable Frac, sirvieron entre otros manjares, Paé de Foie Gras, galantinas, pavos y langostas, acompañados de ponches y vinos franceses y la bebida de moda Champagne la Veuve Clicquot. todo esto servido en vajilla de plata y porcelana de Sèvres.

Como en aquel tiempo cada fotografía demoraba aproximadamente 30 minutos en ser tomada y además como consecuencia de que muchos de los invitados no salieron en la foto oficial se decidió crear un álbum fotográfico en el que se muestra a la mayoría de los 300 invitados a la fiesta y sus lujosos disfraces.

El Ocaso

Esta fiesta reperesenta el punto cúlmine del auge minero y de la vida licenciosa de la alta sociedad. Posterior a esta fiesta, los malos negocios, la especulación y las crisis económicas fueron mermando el estatus de muchas familias quienes perdieron sus fortunas y debieron adaptarse a una vida más austera.

Para el palacio también ésta fiesta fue el comienzo del fin, con la muerte de Enrique Concha la fortuna familiar se debilita hasta el punto que decide lotear el extenso parque que precedía al palacio construyendo en su lugar un conjunto de casas de gran elegancia que asimila a los típicos barrios europeos con calles intrincadas y pavimento de adoquines, es así como surge el «Barrio Concha y Toro».  Tras esta nueva urbanización exactamente a los pies del nuevo Teatro Carrera, el palacio ya no es visible desde la Alameda, quedando como ingreso principal la puerta de servicio. A la muerte de Teresa Cazotte sus hijos deciden vender el inmueble pero ante la falta de ofertas, proceden a su demolición y venta de las obras de arte y de los detalles arquitectónicos por partes separadas.

Para Pensar

Dos pensamientos me gustaría compartir con ustedes con respecto al palacio y a la fiesta, pero ajenos a lo que es intrínsicamente histórico del artículo.

El primero tiene que ver con la pérdida del patrimonio tangible, si bien es cierto las calamidades naturales han dejado bastantes pérdidas arquitectónicas a través de los años, pero también esas pérdidas se deben en gran medida a la desidia y el descuido de las autoridades con respecto a dicho patrimonio, la demolición de importantes inmuebles como el Puente de Cal y Canto en el sector de Mapocho, el Palacio Undurraga en Estado con la Alameda, la iglesia y convento del Carmen en Alameda con Carmen, el bazar Alemán en plena plaza de armas, entre otros, son ejemplos de ello y de una falta de políticas estatales para su protección. La adquisición y recuperación del Palacio Pereira ha sido un paso importante pero falta mucho para hacer de la protección patrimonial arquitectónica una política recurrente del Estado.

En otro ámbito y como segundo pensamiento a compartir, ésta fiesta al margen del valor como «tradición», deja registro de la forma de vida de la clase que manejaba la economía nacional. El derroche evidente que se dió en ese período, un consumismo desproporcionado de una parte de la sociedad mientras a pocas cuadras en los conventillos familias enteras vivían en condiciones deprorables es un reflejo de la pérdida de perspectiva y realidad que desembocó en el colapso económico no sólo para muchas familias sino también para el país y por consiguiente el nacimiento de lo que posteriormente se llamaría  “La cuestión social”. Me pregunto, ya que la historia es cíclica, no estaremos viviendo el mismo escenario en estos días.

Por si se interesan, en el Museo histórico Nacional, se está desarrollando una exposición temporal, que cuenta con trajes y fotografías que documentan el «baile del siglo». Baile y fantasía. Palacio Concha Cazotte, 1912

Autor/Fuente
MiDulcePatria Rescatar y fomentar la cultura intelectual y popular, así como dar a conocer las diferentes tradiciones de Chile es la labor de Mi Dulce Patria.
separa_entrada